
La pasión por la palabra precisa, la búsqueda incansable de la sensualidad en estado puro, la conmoción ante el conocimiento intangible y eterno que se halla en la Ciencia y la Filosofía son los ejes vertebradores de mi labor literaria.
En mis libros he tratado de desvelar la pasión que brota de las vivencias genuinas, el compromiso con quienes no fueron suficientemente reconocidas en vida y una exigencia estética insoslayable.

Hace no mucho tiempo fuimos dictadura, tierra de látigo y sangre. Un lugar donde la fuerza vestía uniformes, pistolas y sotanas. Pero este es un concepto difuso de la fortaleza. Porque la auténtica pertenecía a las madres que soportaban los abusos y sacaban adelante a su prole; o la de aquellas trabajadoras que pese a tener a un sistema político y religioso en contra seguían levantándose; o la de las vecinas que se apoyaban y desahogaban cuando no podían expresar su sentir en público… Eso sí era poderío.
Esta obra teatral se ubica en un vecindario de esa época grisácea. La Filo, La Maritxu, La Charo… siempre con el «La» delante, montan su pequeña revolución frente a la impunidad de un llamado así mismo «servidor de Dios». Un depredador sexual amparado y protegido por sus ropajes, y un sistema cómplice y discriminador que nunca quiso poner coto a este tipo de conductas.

La poesía de Fátima Frutos nace de dos manantiales primordiales: por un lado, del amor; por otro, de un compromiso fortalecido en el feminismo y profundamente arraigado también en su actividad profesional. Pero a ambos los somete a una misma exigencia estética. Ni los valores del compromiso ni las emociones amorosas justifican ningún descuido estilístico. Consciente de que cualquier buena intención se vuelve endeble y se derrumba si no cuenta con sólidos sillares de palabras. Fátima Frutos busca con afán en todos sus libros la palabra precisa y necesaria.
EUGENIO FUENTES
Escritor. Filólogo. Profesor.
